En la noche
recuesto la cabeza
sobre mis
cenizas
de día
entro en el juego absurdo
del
subsistir
me dejo
arrastrar por esa huella
cubierta de
azules escombros
dentro de la
inmensa
inconsistencia
del tiempo.
Ahora
es la noche
confidente adúltera.
Cuando grito
sangro hablo
ella vuela como
el mar
de casa en
casa
dejándome a
solas con mis miedos
aplastando
mi cabeza
contra el
cristal
para que
vea al otro lado
los sueños
que ya no
me pertenecen.
La promesa
de vida eterna
se
arrodilla a mis pies
dice que no
existe.
Con Supertramp
de fondo
me encojo
igual que un feto marchito.
El
claroscuro de Hollywood Hills
camina solemne
entre las cruces
y los
campanarios.
No es fácil
morir poco a poco.
Tiemblo
como una hoja en otoño
el invierno
me devora
con su
nostalgia pertinaz.
El cuervo
en mi ventana
es manto de
plumas hostiles
pedazo de
tierra negra
que escarbo
en mis delirios
entre lunas
silenciosas
y exilio
nublado.
Es viento y
noche.
Afila sus
garras en mi pecho
mis manos
no lo espantan.
C. K.
Aldrey
California,
1994
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