Mi corazón va
despacio
y a veces se detiene
como el reloj
de un caserón
embrujado.
Hace tiempo desistí
de observar la marea
cuando baja y sube
consagrarme
con los ojos cerrados
a bienestares ilusorios.
Ya no me visto de amarillo
ni le canto al
recuerdo
(la desmemoria
es antídoto
infalible)
no sollozo cuando
entierro
imposibles.
Corrí las cortinas
y empecé a desechar
papeles inservibles
y viejas fotografías
solté las amarras
del barco sin bandera
que estuvo anclado
en el mar
de una isla perdida.
Hice como si me
fuera a morir
y estuvieran las
ánimas
al otro lado de la puerta
ansiosas por
descubrirse…
quería estar dentro
de mí
esperandoesperanzada
el hechizo
inabarcable
del golpe.
C. K. Aldrey
Foto y Digital
c.k.a.
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