5/3/13

Noctibus: una carta de Reinaldo García Ramos


Querida Karin:

Ayer por la tarde, echado al borde de la piscina bajo el tibio sol de las 4 de la tarde, terminé de leer tu libro. Lo había empezado dos días atrás, pero lo fui leyendo despacio, como se debe en estos casos, sobre todo porque desde el principio me di cuenta de su carácter peculiar.  Es, a mi entender, el más sólido de los libros de poesía tuyos que he leído hasta hoy.  Y te escribo ahora para darte las gracias por habérmelo obsequiado y para felicitarte sinceramente.

Uno de los aspectos sobresalientes que capté enseguida, desde los primeros poemas, es la calidad de la palabra que despliegas. Una calidad que me atrevo a calificar de inexpugnable. No haces concesiones en ese terreno: en cada momento usas el vocablo apropiado, sin prisa.  Incluso en la expresión de las interacciones amorosas, te arriesgas a usar palabras del legado, digamos, "sentimental", pero esos vocablos nunca chocan aquí, nunca están de más, nunca sobran, y tampoco los usas dentro de un exceso de otras palabras de esa índole.  O sea, veo un ascetismo en tu estilo, incluso para aludir a sentimientos de desamparo, infelicidad, desamor, o soledad, etc.

Este es un aspecto que merece destacarse, pues ya sabrás el daño que los excesos barrocos han causado en la tradición poética cubana, sobre todo después del modernismo y de Orígenes. Nuestros autores sienten con notable impunidad la tentación de confundir dominio verbal con derroche, elocuencia con abundancia oscura, lucidez con alardes verbales, y tienden a producir textos recargados, intrincados.

En cambio, en este poemario tuyo hay algo que yo siempre aprecio mucho y que agradezco: una decantación en busca de la palabra justa, un empleo sostenido de los vocablos precisos, los que hacían falta, ni uno más ni uno menos.  No hay repeticiones, ni falsos énfasis, ni reiteraciones inútiles: llegas a la imagen precisa con las palabras imprescindibles, sin tampoco caer en una austeridad preconcebida.  Eso, desde luego, aporta una luz muy intensa a lo que dices: no hay rejuegos formales (o si lo hay no saltan a la vista), ni mucho menos adornos para impresionar, sino la exposición directa de la emoción-idea central del poema, presentada ante los lectores con las palabras exactas, con limpieza ejemplar, como el que desenvuelve despacio un pergamino donde no hay nada que añadir.  En fin, que me ha encantado este libro tuyo, espero el próximo con curiosidad cómplice.

Por ahora, te mando un beso y un abrazo fuerte y sincero,

Rey


(Reinaldo García Ramos, poeta y escritor cubano radicado en Miami)

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