7/22/19

El animal que soy mira a las estrellas



“El hombre quiere ser pescado y pájaro…”
(Pablo Neruda)

El animal que soy mira a las estrellas.
Noches oscuras ocultan los caminos
hacen invisible el tapiz enmarañado de la tierra
esconden trampas donde se amparan los insectos.
Ese animal de hombros agotados y vieja mirada
se detiene en el silencio de la vida
a escuchar los acordes del Universo
se entrega al misterio que existe más allá de la atmósfera
cree haber perdido la timidez
hace preguntas complejas al asombro.
Sabe que alguna vez existió en una constelación lejana
que su alma aprendió a reverenciar soles a punto de morir
selvas que fueron arrasadas por el fuego.
Con tristeza melancólica ha encendido velas
por seres entrañables que dejaron de existir
y enaltecieron su conciencia.
Nunca olvidó los cuerpos que fueron apedreados
por creer en la eternidad de las pirámides
o la palabra ensangrentada de la cruz
ni por amar a escondidas el fruto ajeno
o sepultar los sueños en terrenos baldíos.
Siempre recordó las culpas creciendo en jardines espaciales
su pestilencia inmortal enmascarada con esencias antiguas
la violencia metódica que nos distingue.
Ese animal se inclina a morder la hierba
cuando se recuesta a los árboles
ávidamente escarba el suelo para desentrañar los enigmas
de siglos extraviados y criaturas extinguidas
se queda observando la magia implacable de las galaxias
la expansión acelerada que las hacen
cada vez más inaccesibles o cercanas.
Todo lo ve o lo intuye todo lo agradece
ya no le teme a la fatalidad de hechos insólitos   
sabe que siempre estará en todas partes
en el espacio tiempo y su transformación energética
la evolución de todo lo que existe
la muerte y el renacimiento.
A veces una mano azul le toca el hombro
otras se aparecen espíritus vestidos de premoniciones.
Sus padres le enseñaron que la vida es interminable
llevaban en las células la hermandad y el conocimiento ancestral
algunos de sus antepasados eran brujos y meigas
una fue quemada en la hoguera por curar las almas.
Recuerda que cuando niña
la bisabuela venía en las madrugadas del más allá
se acomodaba en su mecedora favorita a mirar el mar
despertaba a todos en la casa con el crujido leve del balanceo
hasta que su padre exorcizó todas las habitaciones   
con rezos agua bendita y cantos litúrgicos
y dejó para siempre encima del botiquín una vela
y una pequeña copa con el vino dulce que a ella le gustaba.
Su madre decía con los ojos entornados
los espíritus existen viajan por todas partes
entonces le daba el telescopio del abuelo  
le decía que observara la luna sus manchas oscuras.
Un día dijo mamá hay un barco volando
ella le contestó con ese intelecto reflexivo
que la hacía levitar mientras hablaba
está en el horizonte
es donde se une el mar con el cielo.
Ser frágil animal enamorado.
Ser irreverente animal asertivo.
Ser dócil y violento animal contradictorio.
Ir hasta el final donde el regreso espera.

C. K. Aldrey (De mi poemario "Luna Roja")
Obra: "El Trono de la Diosa", C. K. Aldrey