Navegué
en las corrientes de Ulises
cuando
era niña
mi
inquietud se aficionó por las sirenas
y
los mares con nombres inventados
¿quién
era entonces?
¿hacia
dónde volaba la razón?
La
primera bofetada me bajó de la nube
-pero
solo un poco-
el
resto de mí quedó volando
junto
a los pájaros del estero.
Solo
el mar fue mi cómplice cotidiano
y
aprendí a amar entre manglares.
La
responsable de mis cambios fue la historia
que
llegaba sin ser invitada
al
asombro de los niños que éramos entonces
las
cruces subieron cada vez más alto
los
nombres fueron transformados
de
pronto me vi en una ciudad inabarcable
con
su temblor de renuncia
la
ausencia de rostros amigables
¿cómo
logré sobrevivir?
Otros
se fueron muy jóvenes
y
yo quedé para contar sus vidas
en
la quietud del amanecer
los
andares transitaban cuesta abajo
donde
me sentaba a recordar
tantas
miradas perdidas en el tiempo.
De
Ulises quedaba su intrepidez
y
aquél poema que escribiera en el portal:
“Ulises,
mira tu enigmático océano,
de
los campos azulados parte la niebla
¿en
dónde estás, país?
Circe
te dio la salida equívoca…
¿qué
me das a cambio por incendiar la noche?
A
veces solo quiero al hombre
que
está en el horizonte.”
De
la niñez el despertar
de
aquella bofetada.
C. K. Aldrey
09-22-2013
Photo: “Ulises”, Internet Library
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