A Ingrig
Qué diría de ti…
que te perdono
ahora mientras todavía existes
y te veo sonreir llena de arrugas
que se fundieron en la supervivencia con el miedo
ahora que deseas entrar
al mundo de los espíritus
sin culpas ni escenarios
y tu demencia carnal
se ha convertido en letras.
Fue tan fácil entregarle mi ingenuidad
al extraño Judas que en la Rampa
adivinó mis instintos
y me llevó a ti
envuelta con la noche
...la poesía y su
grito
la adolescente con esperanza
de hierba y canela…
y tú
ensartada en la fascinación
de sábanas usadas
soplándole al viento traicionero
el despojo de mi identidad
la terrible brevedad
de las palabras
que se grabaron detrás de las paredes
mientras reía mi alma…
Te diría que te perdono
que te regalo un girasol
y enciendo una vela
como si fueras Oshún
te diría que éramos bolas de cristal
adivinando el destino
y dando vueltas y vueltas
por las calles de una ciudad
cada vez más insoportable.
Y tú
tan víctima como yo
una sombra como yo
caminando por las aceras sucias
de la historia.
Foto y poema: C. K. Aldrey
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