-III-
A mi amigo Carlos Verdecia
Me
gusta bailar a media luz
y
ese lamento largo
del
saxofón
parecido
a un conjuro.
Los
dinosaurios nos apretamos
pecho
contra pecho
y
recostamos la cabeza
en
el hombro que nos acoge
hablamos
en susurros
al
oído del amor.
Quién
puede decir
que
somos bestias primitivas
que
estamos fuera de moda
o
afectados por el gesto
protocolar.
Llevamos
en las venas
la
sangre del romanticismo
para
nosotros las banderas
tienen
una simbología
que
se perdió en la historia
de
batallas inútiles
no
tenemos fronteras
excepto
aquellas
que
nos han impuesto
los
que piensan diferente.
Sin
embargo
hay
algo que nos asemeja
a
esos seres que se empeñan
en
desenterrar nuestros huesos
y
nombrarlos:
el
temor ancestral a perder
la
luz brillante y conciliadora
que
reverdece a Gaia.
De mi poemario "Soy un dinosaurio", ICE 2015
Photo & Digital c.k.a.
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