Soligregario: La ceniza y la palabra

2/4/14

La ceniza y la palabra

La ceniza

y la palabra

tienen un punto en común:

comparten el mismo paisaje

la misma epifanía

hasta que el soplo

de la muerte

borra las evocaciones

y por fin se liberan

y olvidan

todas las memorias.

C. K. Aldrey

Foto: C. K. Aldrey

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Datos biográficos

Carmen Karin Aldrey | Preston, municipio de Mayarí, Cuba, 1953 - Nombre al nacer: Carmen de la Concepción López Martínez de la Junquera. Padres: Emilio López Aldrey y Nora de la Caridad Martínez de la Junquera y Hernández. Hermanos: Norita y Emilito. Graduada de College en USA. Ha publicado los poemarios “Aceite” (Linden Lane Press, 2011) con 19 ilustraciones a color de su obra plástica, “Noctibus” (Linden Lane Press, 2012), “El fuego de la lluvia” (I C E, 2013), “Soy un dinosaurio” (I C E, 2015), “Me llamaba Betsabé” (I C E, 2015), “California” (ICE, 2015), “Numeria: veinte sentencias apocalípticas” (ICE, 2016), "Luna Roja" (ICE, 2020), el libro testimonio “Las siestas de Scherezada” (I C E, 2013) y el de Ciencia Ficción “Eva desde el Cosmos y otras historias” (ICE, 2015). Ha colaborado en diferentes espacios impresos y electrónicos. Sus pinturas han sido expuestas en galerías de Estados Unidos y España. Es fundadora y directora de Imagine Clouds Editions y lo fue por más de veinte años hasta su cierre de La Peregrina Magazine.

Soligregario

Existen varias acepciones en la Real Academia de la Lengua para la palabra gregario. Pero la que se toma aquí como referencia, es aquella con la que se define a ciertos animales, como puede ser el lobo, el que a pesar de vivir en comunidad también se proyecta como un ser poco sociable, aunque no marginal.

Respecto a Soligregario, por supuesto que no existe esa palabra como tal. ¿Pero qué importa? A veces el lenguaje se queda escaso. ¿Qué otro nombre se le puede dar a una persona que supeditada a su medio -y en parte necesitandolo para proyectar su pensamiento y exteriorizar sus urgencias afectivas- se siente aislada, encallada en su propia existencia? Amamos a nuestros seres queridos, pero detestamos la injerencia en nuestras vidas, ponemos parte de lo que llevamos dentro a la exposición pública, pero defendemos con ferocidad esa parcela interior en la que nos debatimos con nosotros mismos. La contradicción, esa dualidad natural en el ser humano, resuelve muchas de las incógnitas subyacentes, nos abre la posibilidad de evaluación, de criterio. Si la vida fuera plana entonces no existiríamos, no podríamos elegir, se nos negaría el dulce placer de la victoria y la amargura de la derrota, esa que enseña y nos hace crecer. La balanza no se inclinaría jamás y llegaríamos a convertirnos en autómatas, algo que haría desaparecer a la especie. De todo se aprende, aunque algunos se preguntarán cuál es la finalidad de la vida si cuando ya casi estamos preparados para navegarla, nos sorprende el viaje… ¿final? ¿Será verdad que no somos más que simples organismos cumpliendo con el prosaico destino de reproductores dentro de un Universo material? ¿O quizás, aunque en apariencia sólo una necesidad mística de origen prehistórico, estamos en el plano terrenal para perfeccionar nuestros misteriosos vericuetos en aras de una posible redención? No sólo para los que creemos en Dios la vida es un signo de interrogación abierto, cada uno de nosotros, especialmente en los momentos en que hubiéramos deseado no nacer y la casa se nos echa encima, se sienta a mirar el cielo y envía mensajes al más allá, preguntas que esperamos con paciencia sean respondidas por ese algo que desde alguna parte, dentro o fuera del Yo, nos cuestionamos sin pinchar la burbuja en que vivimos.

Si diéramos por cierto que sólo existe el sujeto y nada fuera del pensamiento individual, si por casualidad el super hombre de Zaratustra fuese éste con el que a veces nos reconciliamos o nos enfrentamos, si la razón estuviera justo en el centro del mundo como el sol de Copérnico, en fin, si alguna de las doctrinas filosóficas o científicas que se han gestado a través de los siglos hubiera dado en el clavo, tocado la llaga, penetrado hasta el fondo de esa cueva de la indagación en la que hay que entrar con antorcha y camuflaje (probablemente aullando), y lo mejor, despejado la fórmula de la existencia y los expertos puesto en práctica soluciones para el mejoramiento humano... ¿Seguiríamos siendo lo que somos, o se afectaría dramáticamente la dinámica que hace crecer y desarrollar una sociedad?

Soligregario es un juego de palabras, una filosofía de vida, un camino real... aunque parezca inventado.

Carmen Karin Aldrey
Artista y escritora cubano americana radicada en La Florida, USA

2/4/14

La ceniza y la palabra

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