Tus
ojos entran
por
la cerradura
se
asoman
inquisidores.
Sobre
el muro
que
separa el jardín
de
las calles empedradas
el
cuervo agoniza.
Pero
nace la flor
enérgica y silenciosa
las hormigas marchan
entonando himnos de conquista
entonando himnos de conquista
dispuestas
a morir por ella.
Tú te abres el pecho
dejas
entrar a la flor
la
entierras en el búcaro
de
tu intelecto y le juras
-como
hiciera Marlen Dietrich
en
Testigo de cargo-
que harás lo posible
por revivirla
por revivirla
uno
de esos días
olorosos
a océano
y almendros.
y almendros.
C. K. Aldrey
Photo: c.k.a.
11-29-2014
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