No te dejas atrapar
por el vacío
la onda gravitacional
te arrastra al laberinto
del amor desconocido
regresas a los pájaros
hueles la distancia
como si no hubiera existido…
preguntas a tu sombra
¿dentro de un siglo
defenderás como ahora
verdades inútiles?
¿serás tangible?
¿hervirá la lluvia
sobre los muertos?
¿tronarán nuestros huesos
cuando los mártires celebren
sus derrotas?
La plaza se llena
de optimistas
los músicos levitan
en silencio
y tu mirada se pierde
entre los pliegues blancos
de un espíritu
el violonchelo se desliza
por los adoquines
amenaza con elevarse
como el artefacto de Da Vinci.
Tu futuro no existe
pero puedes imaginarlo
el óvulo que nunca germinó
se abrirá en otra anatomía
y podrás ser el pastor
sin dragón ni armadura
que arrullan las musas.
En el sueño armonioso
la violinista hunde
su mejilla.
Qué extraño…
te estás convirtiendo
en piedra.
Los perros espían
tus movimientos
te pasan la lengua
por las manos
para comprobar si todavía
no eres estatua
los gatos dicen
aceptamos tu comida
porque hace años
dejaste de sentir repulsión
por las mentes frágiles.
Un niño
se ha puesto a bailar
lo persigue la flauta
con asombro
de Beethoven plagiado
el aire aplaude
y las mujeres deciden parir
la señora de ojos amarillos
escribe un poema
que se lo lleva entre los labios
la luz del mediodía.
Tú también bailas
al ritmo de tambor y claves
el mundo es infinito
el sueño interminable
en el malecón del éter
coreografías gigantes
levantan en peso a Beethoven
y los remolinos
escupen sarcófagos
desde la profundidad del mar.
Dos agujeros negros chocan
y se incendia el tiempo
las cuerdas del amor
arden en la plaza
me recuesto a tu espalda
y te canto al oído
je t'aime mon amour…
acabas de nacer…
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