Me muerdes
después de haberte
acariciado.
Sé que agonizas
con la ilusión de la mordida…
¿por qué no?
La vida es tan hermosa
como cruel
y tu destino es semejante
al de todos
naces
creces
procreas
sobrevives
eres presa y cazador
cuando más feliz
atraviesan tus pulmones
los dientes de un gato
que deja ante la puerta
tu cuerpo mutilado
como trofeo de gratitud…
¡cuánta crueldad en ese gesto
hermoso y repulsivo!
Por eso
muérdeme
no has hecho más
que defenderte.
Foto y texto: C. K. Aldrey
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