Lo más inquietante
del mundo material es la belleza
nada se le
asemeja.
Perfecto ese
mundo que ha sido embellecido y todavía resuella
perfecta la
transformación de la energía
y su música
espacial…
¡tanto que
abrasa con fuego destructor y fecundo!
Perfecta la
vida que nos sentencia a muerte.
Hoy he
matado sin querer a una mosca que besaba el cristal
mañana
correré la misma suerte
y su
venganza será volar por mis pulmones
hasta que
el vacío nos consuma.
Hermoso morir
y que la mosca bese el poco aire que me quede.
Siempre le
he temido al señuelo de la belleza
a su
armonía intimidante
la he
mirado con desconfianza
a través de
un lente muy grueso y aturdido
me ha
sometido a la creación y al abandono
me ha
llevado a la cama con el gemido amatorio
y luego se
ha escabullido como si no existiese.
Me da miedo
su ausencia
que esté
hoy y una noche cualquiera el fiscal del tiempo
la destierre
a un bosque de hojas muertas.
A veces me
martiriza la belleza
que esconde
su miel en el mar y se convierte en fósil
-hermoso
pero sin lenguaje.
Me
sobrecoge
ya sean sus
ojos oscuros o verdes
su piel de
seda o papel
que quiera
reir o llorar correr o bailar
huir de mi
tristeza
que se
entregue a la fealdad con las pupilas ardiendo
y los
brazos mórbidos
que sea
quemada en la hoguera
y ame al
tronco que la hace prisionera.
Me
martiriza
y
conmueve
la belleza…
me da miedo
cuando se esfuma.
Carmen Karin Aldrey
Foto: "Caballo galáctico", obra de C. K. Aldrey, técnica mixta sobre lienzo.