4/17/07

La ignorancia

“De una cosa estaba segura: miles de emigrantes soñaban, a lo largo de la misma noche y con incontables variantes, el mismo sueño. El sueño de la emigración: uno de los fenómenos más extraños de la segunda mitad del siglo XX.”

(La Ignorancia, Milan Kundera)


Como respuesta a la pregunta de que si se puede odiar y amar a la misma vez, o si se puede repudiar algo que también nos envuelve de fascinación, podría decir que es posible. El espectro de lo amado y perdido, bajo la presión de circunstancias sociales adversas que han impulsado a un ser humano a emigrar, se convierte en una doliente huella que emerge involuntariamente del subconsciente a la nueva realidad de diáspora. Lo que tanto defendíamos, la identidad, se ve absorbida por los cambios y la urgencia del subsistir, aunque enriqueciéndose con las experiencias del camino ascendente hacia la reafirmación individual. En el proceso, el que huye de un sistema opresor nunca podrá desprenderse de esos fantasmas acuciantes del retorno indeseado, y devenimos los eternos prófugos de una raíz a la que nunca renunciaremos, pues es la cuna de nuestro pensamiento, pero que también significa el rechazo a la inmanejable sensación del estar prisioneros en un tiempo y un espacio que nos doblegó al espanto del existir oprobioso.

Parte de la historia consiste en la contradicción, que va mucho más allá de los principios políticos. Por supuesto, no hablamos del emigrante que por determinadas razones decide probar fortuna en otras latitudes y goza de la opción de elegir libremente su destino, incluso de regresar a su país de origen en caso de considerarlo pertinente, o sencillamente de vacaciones. Estamos ante un caso de emigración involuntaria que comienza con una decisión desesperada y termina con el convencimiento del acto irreversible de la renuncia, ambos aparejados en un nivel de presión psicológica que se mantiene funcionando interiormente como una especie de vivencia traumática sólo aligerada por la lógica de los cambios.

En La ignorancia, Kundera vive su propia tragedia. Impuesto a emigrar a Francia en el año 1968 a consecuencia de la invasión soviética a la República Checa, en casi toda su obra -y cabe destacar “La insoportable levedad del ser” como una de las más exquisitas y profundas- encontramos los mismos signos perturbadores que señalan hacia una dirección de eterna melancolía y desarraigo. El paralelismo entre Ulises y su “gran retorno” a Ítaca, y el de sus personajes veinte años después a una Bohemia libre pero detenida en un tiempo “desdibujado”, nos sitúa inevitablemente en esa tierra de nadie en que se convierte nuestra vida después de un largo invernar al cobijo de la novedad adquirida y las memorias en apariencia olvidadas, esas que pretendemos enterrar con empeño por molestas e hirientes, sin embargo de insoslayable persistencia.

El comienzo del libro es ya de por sí una bofetada de la brutal realidad, un mensaje que nos pone frente a frente al increíble desamparo que se siente ante la ignorancia humana. Recordar que, como dijera el mismo Kundera, “el comunismo en Europa se extinguió exactamente doscientos años después de que se encendiera la mecha de la revolución Francesa (…) la primera fecha dio a luz a un gran personaje europeo, el Emigrado (el Gran Traidor o el Gran Sufridor, según se mire); la segunda retiró el Emigrado de la escena de la Historia de los europeos”, por tanto, aquella Europa heredera de las revoluciones supuestamente reivindicativas, no perdona a la disidencia de los países del Este, y menos su exilio, de la misma forma que la disidencia cubana no es masticada ni digerida por los rezagos de esos doscientos años de creer en el mito de una ideología pretenciosa:

“-¿Qué haces aquí todavía? – No había mala intención en el tono de su voz, pero tampoco era amable; Sylvie se impacientaba.
-¿Y dónde quieres que esté? –preguntó Irena.
-¡Pues en tu tierra!
-¿Es que no estoy en mi tierra?
Por supuesto, no quería echarla de Francia, ni darle a entender que era una extranjera indeseable.
-¡Ya me entiendes!
-Sí, ya lo sé, pero ¿olvidas que aquí tengo mi trabajo, mi casa, mis hijas
?”


O sea, el Emigrado dejó de tener sentido, y con ello el sufrimiento del emigrado, su historia de privaciones, adaptación y asimilación por sociedades ajenas a la suya. No es sólo la ignorancia la causante de las distancias polarizadas; la territorialidad y el egoísmo van de la mano de la ignorancia, haciendo ruido y rompiendo con los valores más apreciados de nuestra naturaleza, como lo es el amor hacia nuestros semejantes, como lo puede ser la solidaridad humana hacia los que necesiten de ella. Estamos de acuerdo que “la Historia no es nada sentimental”, pero el hombre tiene la capacidad para compadecer, de modo que en el caso de la relación emigrado-nativo, la ausencia de compasión se supedita a una xenofobia de origen ambiguo, y es así porque muchas pueden ser sus causas. En el caso particular de los emigrados políticos, por los esquemas preconcebidos de un ideal exaltado, a veces totalmente carente de solidez y basamento, pero suficiente para estimular el desgraciado error de la injusticia e incurrir en la clásica ceguera histórica que impide al hombre dialogar con esa parte interior de sus mejores iniciativas.

Volviendo a los inicios de este artículo, hablemos de otro factor que hace mella en la integridad emocional del emigrado político: sus terrores. Como Kundera, todos hemos padecido las visitaciones de pesadillas; no importa en el lugar donde nos encontremos, ni el país, ni la época del año, el terror subconsciente nunca deja de jugarnos malas pasadas. Aún hoy, después de más de veinte años de exilio, de vez en cuando sueño que estoy caminando por una calle y de pronto descubro que estoy en La Habana. El pánico se adueña de mí, y todo el sueño transcurre en una anonadada lucha por conseguir salir del país. Por eso leyendo La ignorancia, he reconocido muchos episodios similares a los vividos en nuestro propio exilio: “…en una conversación con una amiga polaca también emigrada, Irena comprendió que todos los emigrantes tenían esos sueños, todos sin excepción; al comienzo le conmovió esa fraternidad nocturna entre personas que no se conocían, pero después se molestó un poco: ¿cómo puede ser vivida colectivamente la experiencia íntima de un sueño?”. Siendo el terror también colectivo por el hecho de haber emigrado en las mismas circunstancias, no es un fenómeno extraordinario el soñar lo mismo. A esto, se le puede añadir la macabra sutileza diseñada por el poder para inocular el ansia de la renuncia, un método que los comunistas esgrimieron con maestría –y esgrimen- para espantar la disidencia fuera de sus fronteras.

En La ignorancia, también nos encontramos con el fenómeno de la nostalgia y el regreso, dos aspectos sostenidos por columnas inciertas. Hemos construido una vida en otra parte, nos hemos adaptado, en dos o tres décadas ha cambiado el lugar que dejamos atrás, las personas que conocíamos ya no son las mismas, o más bien, nosotros no somos los mismos, nuestros hijos han nacido en otros países, no hemos tenido la oportunidad de presenciar los estragos ocasionados por el tiempo y el caos político o económico en nuestra patria, y en muchas ocasiones, hemos tratado de olvidar las peores experiencias por ser impedimentos reales para sobrevivir, pero el aguijón de la nostalgia, penetrando en nuestra vulnerable sensibilidad de emigrados, nos seducen al reencuentro que quizás rechazamos: “El mismo cineasta del subconsciente que, de día, le enviaba instantáneas del paisaje natal cual imágenes de felicidad, proyectaba de noche aterradores regresos a ese mismo país. El día se iluminaba con la belleza del país abandonado; la noche, con el horror de regresar. El día le mostraba el paraíso perdido; la noche, el infierno del que había huido.” Cuando al principio hablaba de contradicciones, me refería precisamente a este malestar profundo de la confusión, lo amado odiado, lo fascinante y repudiado. Es muy difícil haber sido expoliado, despojado de tus bienes y tu nacionalidad, enviado a la cárcel, expulsado de la universidad, perseguido y humillado, y por ende, haber sido forzado a emigrar, y no sentir la incertidumbre de la contradicción afectiva. Decimos: Amor a la patria, pero salimos odiando al régimen que nos hizo rechazar ferozmente el recuerdo de haber vivido en ella. Una cosa es el sistema, otra el lugar donde nacimos, con sus hermosos atardeceres, sus montañas acariciadas por la neblina matutina, el canto de los sinsontes o los verdes campos sembrados de caña, pero no estamos allí, no queremos estar allí, de modo que el amor se entrega a una nostalgia martirizante, a la impotencia de la pérdida, a la asimilación del rechazo.

Veinte años después, Irena, el personaje central de La ignorancia, regresa a Bohemia. Ya no era el país ocupado por una potencia extranjera, era un país saliendo del letargo y renaciendo. Su primer paso es tratar de “reconocer”, y se encuentra perdida, inútilmente congraciante con sus antiguas amistades. Lo más terrible, es lo lejana que se siente al descubrirse ajena a todo aquello. Sus gustos, su pensamiento, sus modales, su manera de vestir, su idea de la vida, están a miles de millas de distancia de sus borrosas memorias, del contexto social que apenas había superado su adormecimiento, incluso de sus compañeras de antaño. Pero aún así, idea un encuentro en un restaurante con todas ellas. Craso error, había aumentado la distancia torpemente con una caja de vino viejo de Burdeos que traía como regalo para compartirla con ellas, sin tener en cuenta que el gesto sería tomado como un alarde extranjerizante. “En Bohemia no se bebe buen vino y no se tiene por costumbre guardar antiguas cosechas (…) sus amigas observan incómodas las botellas, hasta que una de ellas, con mucho aplomo y orgullosa simplicidad, proclama su preferencia por la cerveza. Enardecidas por el desparpajo, las demás se adhieren, y la ferviente amante de la cerveza llama al camarero (…) Al rechazarle a ella el vino, es a ella a quien rechazan, a ella tal como ha regresado después de tantos años.” Aquí vemos cómo el emigrado-repatriado, el hijo pródigo, se encuentra con los primeros síntomas negativos de la readaptación, el “Gran Sufridor” en que se ha convertido, no es tampoco compadecido por los suyos, es el “tú te fuiste, yo me quedé”, y “no quiero escuchar lo que has sufrido”. Si pensamos en la lógica del desastre, podemos también pensar en que es comprensible, después de varias décadas de dictadura nadie quiere volver los ojos atrás, nadie quiere recordar el terror, todos están por la labor de superar la angustia. Pero el emigrado, el nostálgico peregrino que la ausencia y el martirio de renuncia que le tocó vivir lo transformaron en una especie de muro entre dos jardines, como dijera Gibran, sigue en la búsqueda eterna por su reafirmación y padece, a pesar de los pesares, las consecuencias amargas de la memoria detenida en el tiempo.

La ignorancia, esa joya escrita con erudición sencilla y lenguaje profundo, es un legado sobre “la inevitable ignorancia que surge cuando no se conocen las experiencias de vida de los otros así como el sentimiento de lo ajeno, el reencuentro con lo nuestro y por fin, la paz de aceptar y aprender a vivir con nuestro pasado”.*



Carmen Karin Aldrey © 2005



*Nota de Carolina Urcuyo



Nota biográfica del autor

Nació en Brno, Bohemia (República Checa) en 1929. Después de la invasión soviética de 1968, perdió su trabajo y fue prohibida la circulación de sus libros. Vive en Francia, país del que ha adoptado la nacionalidad. Ha recibido varios premios literarios internacionales y sus libros están traducidos en el mundo entero. En España, las novelas La broma, La vida está en otra parte y El libro de la risa y el olvido fueron publicados por la editorial Seix-Barral. Desde 1985 han aparecido en Tusquets Editores, La insoportable levedad del ser, La despedida, El libro de los amores ridículos y La inmortalidad (Andanzas 25, 32, 44, 114 y Fábula 1, 33, 47, 69), una obra de teatro, Jacques y su amo, y los ensayos El arte de la novela y Los testamentos traicionados (Marginales 93, 99 y 130). Tanto sus ensayos como sus dos últimas novelas, La lentitud y La identidad (Andanzas 231 y 335), están escritos directamente en francés. Tusquets Editores publica en primicia mundial La ignorancia (Andanzas 405), también en edición catalana. Kundera propone con ella un tema que deriva de un fenómeno que, en el siglo XX, alcanza una dimensión hasta ahora desconocida: la emigración, voluntaria o impuesta. A este tema central, planteado por Homero en La Odisea, van sumándose polifónicamente otros temas relacionados con la ausencia, la amistad, la memoria, el olvido y la ignorancia.
(Editorial Tusquets)

4/16/07

La Santería: mitos y realidad

A través de los tiempos, la Santería ha sido vista en algunos sectores no como una religión, sino como un culto o una secta y en el peor de los casos, como una práctica malévola orientada a la adoración de ídolos satánicos.

En realidad, la Santería es una religión muy similar al catolicismo, con un panteón y una estructura orgánica que en poco difieren de otras mitologías y en donde Olodumare (Olofi), cumple la función de dios supremo y los Orichás (Santos) tienen a su haber la responsabilidad de hacer cumplir sus designios.

Tal como nuestro Dios cristiano o hebreo, el griego (Zeus), el romano (Júpiter), el egipcio (Osiris), o como otros tantos símbolos divinos que existen y han existido en diferentes culturas, Olodumare es energía cósmica y creador del Universo en la mitología yoruba. Y tal como Afrodita (diosa griega de la belleza y el amor, Venus para los romanos), Oshún es la diosa del amor, la sexualidad y las aguas dulces en la religión yoruba, aunque no aparezca en las enciclopedias y el oscurantismo haya creado una nube de desinformación alrededor de este tema, por demás tan rico en leyendas y espiritualidad como en cualquier mitología existente.

Lejos de ese dios castigador y prepotente con que se identifican generalmente a las divinidades supremas, Olodumare es visto por los yorubas como "un dios imparcial que controla el destino de todos los hombres (...) y los juzga de acuerdo con los sentimientos íntimos de éstos, con su personalidad y con su carácter, incluso sus pensamientos (...); es el único que puede juzgar la moralidad de una persona, y de acuerdo con esto que uno al final, recibe lo que se merece en esta vida."(1)

Por otra parte, la Santería no es más que el producto de una sincretización (2) ocurrida cuatro siglos atrás, cuando los traficantes de esclavos trajeron de Nigeria y de otras regiones africanas al nuevo mundo la mano de obra que sustituiría a la mermada población aborigen, la que hasta ese momento era la encargada de sustentar la economía de la colonia. En el proceso de cristianización implementado por los conquistadores en América, los africanos tuvieron la necesidad de disfrazar sus prácticas religiosas que habían sido prohibidas y empezaron a identificar a sus dioses con los santos católicos para poder ejercer sus rituales. Es así como Oshún pasa a ser la Vírgen de la Caridad, Yemayá la Vírgen de Regla, Babalú Ayé San Lázaro, y así con todas las deidades del panteón yoruba.

De la misma forma que a Abraham le fue demandado el sacrificio de su hijo por Dios y de que éste le ofreció a cambio la vida de un carnero, de idéntica manera los yorubas y otros tantos pueblos a través de la Historia, han ofrendado a sus dioses la vida para obtener a cambio beneficios terrenales y divinos, de modo que es injusto el "arquetipo" creado alrededor de esta religión por el simple hecho de provenir de los negros esclavos y de haber sido practicada involuntariamente al margen de la sociedad.

Sólo Dios (Olodumare, Zeus, Osiris, Júpiter, Buda, Krishna, Coatlicue, Viracocha, etc.), es quien goza del alto y complicado privilegio de juzgar. Los demás sólo somos piezas de un retablo que vinimos a cumplir con un destino. Supongo que nuestro deber es aceptar nuestro papel, aprender a estar abiertos al papel de los demás y asumir que todos los caminos del mundo nos llevan a un mismo dios.

Como diría Xokonoschtletl: "Cuando (...) oyen silbar al viento y borboritar a un arroyo, cuando oyen susurrar las hojas y crujir al árbol, para ellos no son más que ruidos y susurros. Para nosotros son señales, mensajes y noticias de Nuestra Madre Tierra. Pero en vuestro mundo hay tanto ruido que las silenciosas conversaciones de nuestros hermanos ríos y nuestros hermanos árboles, nuestras hermanas nubes y nuestro hermano viento, ya no pueden oírse." Y dice también: "Tres dedos te apuntan a t cuando señalas a tu hermano."

Maferefún (3), mi Dios, todos los días de mi vida.


Carmen Karin Aldrey © 2000




Autores sobre el tema de Santería que recomendamos:
Cabrera, Lydia
González-Wippler, Migene
Pérez, Cecilio
Ortiz, Fernando
Sandoval, Mercedes


(1) Sincretismo: Fusión de diversos sistemas religiosos o de prácticas religiosas pertenecientes a diversas culturas. Larousse, 1998.
(2) Pérez, Cecilio. Ita-Mitología de la Religión Yoruba/Oba Egun.
(3) Maferefún: Dar gracias en lengua lucumí.
*Lucumí (anagó): Una forma del idioma yoruba que se habla en Cuba.

La música afro-americana y su desarrollo histórico

LA MÚSICA AFRO-AMERICANA Y SU DESARROLLO HISTÓRICO


Aunque en muchos podios se han negado a colocar la verdad irrefutable de que "la evolución de la música afro-americana es la evolución de la música americana", lo cierto es que su valioso aporte es y ha sido el punto de partida para la mayoría de los movimientos musicales creados en Estados Unidos, de la misma forma en que esa música es la propia historia del pueblo afro-americano narrada a través de las múltiples creaciones que nacieron del Work Song y los Spirituals, géneros cultivados por los primeros esclavos y relacionados a los rituales religiosos traídos de África.

Un dato curioso es que el único instrumento que utilizaban al llegar al Nuevo Mundo para acompañar sus voces era el tambor, el cual fue prohibido por los esclavistas por considerarlo "un instrumento pernicioso que incitaba a la rebelión", y fue así que a partir de entonces las voces devinieron instrumento, abriendo con este período el camino para lo que sería el Gospel (1619), género que comenzó a desarrollarse fuertemente a partir de la cristianización de los esclavos y que llegó a su plena madurez después de la Emancipación, época en que fue creciendo paralelamente con otro género que revolucionó la música americana, el Blues (1865).

Con la liberación de los esclavos, un nuevo problema tendría que enfrentar el afro-americano: el desarraigo. La sociedad que los había esclavizado y luego liberado después de una Guerra Civil desgarradora, no deseaba enfrentar los conflictos inherentes a la Emancipación, de modo que miles de negros desempleados polulaban por los pueblos y ciudades inmersos en la crisis de la post-guerra. Fue así como muchos (otros tantos estaban empleados en fábricas y plantaciones) empiezan a tratar de vivir de la Música, viajando a través del país con armónicas y guitarras, instrumentos por demás baratos de adquirir y fáciles de transportar a todas partes. Producto de esto, el Blue comienza a popularizarse y con ello, la música negra estimularía otros conductos y dejaría de ser sólo negra con el próximo advenimiento, el Jazz (1900), género que podría considerarse como la semilla de la naciente identidad multiracial a pesar de la injusta segregación que sólo sería cuestionada oficialmente (y abolida constitucionalmente) a partir del surgimiento de Martin Luther King Jr, el líder de los derechos civiles afro-americanos.

A pesar que el primer afro-americano galardonado por las Fuerzas Armadas Estadounidenses no lo fue sino hasta la Segunda Guerra Mundial (ver el film Pearl Harbor para conocer su historia), muchos de ellos participaron en la Primera Guerra Mundial en batallones exclusivamente de negros, pero aún así, esto creó una conciencia de ciudadano en el afro-americano, no ya de ex-esclavo, sino de individuo como parte de una nación a la que pertenecían por derecho histórico. Fue así como el afro-americano, que además ya tenía una casta de intelectuales entre los creoles (mestizos de negros, franceses, españoles e indios), comienza un período de expansión cultural y con ello, a descubrir nuevas posibilidades rítmicas e instrumentales, como por ejemplo, los instrumentos de viento y percusión que utilizaban los colonos franceses en New Orleans en las bandas militares durante la ocupación napoleónica en el área, de modo que entonces empiezan a mezclar estos sonidos con los ritmos del Blues y aquellos traídos de África para darle paso a un nuevo estilo de música, el Ragtime, del que luego emergería ese increíble y adorable género de todos los tiempos, el Jazz.

A partir de ahí todo un espectrum de creaciones musicales surgirían vertiginosamente, algunas de carácter experimental: Bebop, Boogie Woogie, Swing, Hard Bop, Free Jazz, más un sin fin de ritmos que llegarían a convertirse en los preferidos a nivel mundial, como Rhythm & Blues (1940), el Rock and Roll (40´s), el Funk (1970) y el Hip Hop o el Rap (1978.

Estados Unidos de América es una gran nación cosmopolita hoy por hoy, y su historia es la de un pueblo que ha entregado, para beneplácito de todos, su maravillosa música a nuestro mundo contemporáneo.

C. K. Aldrey © 2001
(Fuentes de Información: Black American Heritage Internet, Enciclopedia de la Música, Biblioteca del Congreso)

En el nombre del Espíritu Santo



Me gusta la noche, con su manto de estrellas desplegado por el cielo y esa especie de levitación mental que se entrega suavemente al reposo. Es la recompensa del día, agradecido como el hombre por la existencia del balance universal que contribuye a la armonía de la vida, y también de la muerte, esa a la que se le teme pero que no es más que el tránsito a un nuevo estado de conciencia, de energía, y de evolución espiritual.

Hay noches especiales, como las de Semana Santa. Noches en las que sales a la calle y te paras en una acera a esperar por las procesiones cuando el repiquetear de campanas y redoblantes te llaman y estremecen tu corazón. Noches blancas, no como las de San Petersburgo, pero como las de Andalucía, engalanadas de cirios encendidos, velas tan altas como astas enarboladas por cientos de manos enardecidas, voces de quebranto entonando saetas mientras el silencio, sagrado y solemne, se adueña de las multitudes.

Noche de Jueves Santo. El Cristo del Madero, sobre su humilde trono elevado por hombres y mujeres, algunos descalzos o con ojos vendados como ofrenda a cambio de un milagro, oscila con el vaivén de los pasos y ladea su cabeza martirizada. Las trompetas anuncian el advenimiento de su luz, niños vestidos con túnicas portan candelabros y la Virgen Madre, también en su trono, pero adornado con flores y regiamente vestida, mira a los ojos de sus hijos, extasiados por su belleza iluminada. Mujeres de negro, cubiertas por encajes y mantones, como cada año se entregan a ese caminar a través de la ciudad que concentra sus almas en un mismo latir. Ricos, pobres, alcaldes, comisarios, niños, viejos, jóvenes, sacerdotes, profesionales, gitanos, payos, poetas y artistas, devotos que abren su ser al paso de las procesiones y se dejan invitar por la voz de la reconciliación y el mensaje cada vez más necesario de la paz.

La espiritualidad, condición arraigada al sentir más profundo de los pueblos desde la remota prehistoria, cuando el hombre interpretaba los signos de la naturaleza como símbolos mágicos y los asumía como vía de comunicación con el poder divino, es también quien inspira a reclamar el derecho inalienable a poseer libremente una identidad religiosa que ni siquiera en los países con brutales dictaduras, se ha podido soslayar o reprimir, incluso en las más severas circunstancias históricas. No ha existido gobierno sobre la tierra capaz de extinguirla, aunque se haya intentado. La Fe, su principal aliada, nace y crece dentro del hombre de la misma forma que la semilla plantada en el vientre de una mujer, el agua de los manantiales o el polvo cósmico que eventualmente se convierte en nuevos mundos. No son las catedrales, las sinagogas, las mezquitas, las pagodas, las que desarrollan su demandante instinto, las paredes de la espiritualidad van más allá de cualquier espacio físico o estructura arquitectónica, están en el templo interior del ser humano actuando como soporte fundamental de la subsistencia y el amor a Dios cualquiera que este sea en cada cultura, alimentando de fortaleza nuestros pesimismos y derrotas, y como alegre regalo en los regocijos y victorias.

En los muchos años que he vivido en los Estados Unidos, nunca he dejado de recordar aquellos tiempos de mi infancia cuando en la Semana Santa, el pueblo en masa se volcaba al fervor respetuoso de las celebraciones. Durante los once meses precedentes -al igual que para Navidad y otras fechas religiosas o patrias- en las escuelas e iglesias se preparaban los alumnos y fieles para esta ocasión: los ensayos de las bandas de música, los detalles del desfile, los vestidos de los santos para ser reparados, lavados y almidonados por las mujeres de las congregaciones o la limpieza de los candelabros. Todo un ritual que conllevaba a una especie de cálida solidaridad entre los cientos de voluntarios que contribuían al desarrollo del evento. Aquello quedó atrás y desapareció con el castrismo la magia de tradiciones adquiridas a través de los siglos, heredadas de los conquistadores y de los primeros grupos étnicos que residieron en nuestra tierra, pero en el corazón de cada cubano, de cada emigrante que echó raíces en la isla más hermosa que ojos humanos vieran, siguen estando, imperecederamente, las memorias de una época que marcó el perfil de la nación cubana.

Acá en España, en este Jueves Santo, muy parecido a los de mi pueblo oriental, María Magdalena salió de su pequeña casa andaluza. La ví venir por el pasaje con su andar de niña extraviada. Y se paró allí, detrás de nosotros, con su cara redonda como la luna y una lágrima tibia corriendo por su mejilla al paso de la Virgen y el Cristo del Madero.

Carmen Karin Aldrey, © 2004
C K Aldrey, La Santa Iglesia Catedral y Mezquita de Córdoba



C K Aldrey, Puente Romano sobre el río Guadalquivir, Córdoba, España



Adjetivizando y sustentivando un poema para la musa



En un rinconcito de aquella calle había oído pronunciar su nombre, o al menos, le había parecido escuchar algo así como un susurro, un deletreo suave que le llamaba insistentemente. Los árboles se movían al ritmo del viento, la gente caminaba apresurada, los coches se agolpaban unos contra otros sobre los empedrados buscando algún milagroso sitio para aparcar. La voz, o la palabra, o como se llame, la perseguía insistentemente, a pesar del trajín vocinglero de la mañana.
Pensó que estaba en un paraíso, llegar al río le había revelado este ensueño de paseante que desconoce una ciudad. Al mirar hacia los tejados y los claveles, su alma se encontró desnuda, sumida en la añoranza, y quizás también escarpada por la melancolía.
Había estado antes en ese lugar... pero... ¿Quién, o qué, la llamaba? ¿Estaba su psiquis tan revuelta de sensaciones que era capaz de integrarse voluntariamente a la magia de aquella belleza deslumbradora? ¿Eran esas ondas dialogantes un mensaje de sus duendes? Por mucho que trataba de explicárselo, la única conclusión a la que había llegado no la aceptaba del todo, esencialmente porque nunca había logrado acostumbrarse a las visiones, a las trastadas de su mente, a veces ágil en traducir, y otras torpe en percibir.
Mientras desentrañaba misterios, los amigos estaban sumergidos en las aguas de los baños árabes, los imaginaba de lejos como quien mira una pintura expuesta en un museo. Ella estaba allí, inadvertida con su libreta de notas, escondida entre los juncos, enfocando el lente hacia las torres y las nubes, y la voz le tocaba sutilmente los oídos, inmovilizando su capacidad motriz, adueñándose de cada minúscula partícula de su ser.
Decidió acosarla, retarla a duelo. Si tanto insistía, significaba que deseaba ser perseguida, llevada en andas como quien alza a una virgen. Ambas, saltando sobre las piedras y los remolinos, se internaron en la espesura del bosquecillo. Pequeños charcos de agua bendecidas por la luz y los insectos se esparcían por doquier. Sentía que la voz se iba materializando, tomando formas humanas. Aunque algo etéreas, distinguía líneas violáceas flotando como si fueran trazos de un artista dibujados en el aire. Sentía amor, una súbita esperanza de sosiego, un ansia terrible de tocar, de incrustarse contra la voz y fundirse en su devenir verboso, en sus sílabas que llenaban de sensualidad y tibieza las márgenes y los caprichosos estragos del pensamiento.
Todo era color en ese horizonte diáfano de las ideas, sábanas de arco iris tendidas en la inmensidad se impregnaban de resuellos espantando los moscardones, las abejas, los grillos saltarines, las florecillas de pistilos delicados, las ranitas escondidas entre los cáñamos, las cerezas maduras y jugosas. Y era color la voz, su aliento de sirena, la incongruencia de un verso salido a tropezones de su transparencia.
No era posible escapar al encanto, a su misterio. De modo que abrió su libreta de notas y se puso a escribir:
=II=
Un día espléndido y dorado. El sol de Córdoba, con su luz a veces cegadora, se proyectaba sobre el patio que fuera en otros tiempos refugio de meditación y misticismo. Ahora los turistas de todas partes del mundo yacían por doquier, sentados en los bancos, en las piedras milenarias de los portales, disfrutando la agradable sombra de los árboles o tomando fotos de esta increíble obra de la creación humana. Paradójicamente, varios pueblos se disputaron el derecho a poseerla, y construyeron asientos sobre otros hasta crear una fusión de incongruente belleza. Dentro de sus muros, estuvo la paz y la guerra, y formas de expresión inauditas. Por varios siglos, lo que inicialmente fuera la basílica de San Vicente, se fue transformando en un conjunto de estilos y culturas armónicamente entrelazados, lleno de vitalidad, energías sutiles, misteriosos sincretismos. En cada piedra, cada madera tallada, cada orfebrería, se pueden notar los diversos rasgos genéricos de esas naciones que tuvieron como eje de su espiritualidad lo que hoy por hoy se considera el primer monumento del Occidente islámico. Basílica, mezquita, catedral, una carrera a través del tiempo que hizo interrelacionar extremos opuestos y debatirse en un mismo espacio. Y esto es lo que hace de La Santa Iglesia Catedral y Antigua Mezquita de Córdoba, un lugar exclusivo de reflexión, de Arte religioso, de Arquitectura.
Varias veces en su historia pretendieron demolerla para reconstruir nuevos símbolos. Califas, Reyes, Obispos, líderes espirituales, nobles o generales, tuvieron a su haber el poder para convertirla en cenizas, como sucedió con otros asentamientos y monumentos, pero por alguna mágica razón, la existencia empecinada de su estructura no se entregó a los desastres circunstanciales apelando a razones más profundas: allí, en aquél lugar tan lejos de Damasco o Roma y codiciado por fuerzas contrarias, vivía un culto a la vida, la tradición, la presencia de un Dios multiexpansivo. El siempre debatido espacio monoteísta, se afianzaba a sus primeras piedras sagradas, y ya hubiera sido por superstición, fervor religioso o intereses diversos, el caso es que, como madre preñada en cada primavera, la basílica-mezquita-catedral superó los siglos deviniendo florida majestad.
Es así como se pueden ver fusionadas imágenes heterogéneas, yendo desde el más puro estilo hispanomusulmán, hasta el renacimiento o el protobarroco, de modo que el paso del tiempo y sus diferentes proyecciones juegan en un eterno construir y remodelar, aportando con sorpresivas innovaciones y nuevos atrevimientos, y constatando esa creatividad prolífera del hombre que a pesar de sus muchas contradicciones e instintos autodestructivos, también es capaz de comulgar en los tiempos de paz y rescatar de las sombras sus más puras iniciativas.



Emirato y califato de Córdoba*

Después de la conquista de la península Ibérica (711-718), los soberanos musulmanes, con el título de emir o valí, instalaron en Córdoba a su capital bajo la autoridad del califa del oriente. Los pobladores árabes (baladíes o sirios) se situaron en las ciudades y la mayoría bereber ocupó las zonas rurales. Cuando los abasíes sustituyeron a los califas omeyas (750), Abd al-Rahman I se proclamó emir (756) y se independizó de Damasco (773). En 929 Abd al-Rahman III rompió los últimos vínculos con los fatimíes y se proclamó califa. Durante el período califal tuvieron un gran desarrollo la agricultura, la ganadería, la artesanía, las ciencias y la cultura, y se edificaron las ciudades residenciales de Medina Azara y Medina Azahira. Córdoba se convirtió en una gran metrópoli. El califato mantuvo relaciones con los reinos cristianos. Después de la muerte de Almazor, el califato entró en un período de guerras civiles (1009-1031) y se dividió en reinos de taifas.

Breve descripción de la ciudad*

Córdoba, ciudad de España y capital de la provincia homónoma, fue colonia romana (Corduba) y desde 716, capital de al-Andalus. Conserva restos romanos y de la época musulmana: la Mezquita-Catedral; Alcázar de los Califas (actual palacio episcopal); baños árabes, monumentos de diversas épocas, etc. El Barrio de la Judería, fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1994, así como la Mezquita en 1984. Del siglo XIV son el alcázar de los reyes cristianos, gótico-mudéjar, y la fortaleza de la Calahorra (museo histórico). También posee numerosos conventos e iglesias, museos y una rica arquitectura popular (patios). En las afueras, se encuentran las ruinas de la ciudad califal de Medina Azara.

(*Tomado de Larousse)

Agradecimientos especiales a nuestro querido amigo Fernando (cordobés políglota y experto guía turístico), cicerón de este viaje a lo real maravilloso, a su culta e ilustrativa expresividad que nos transportó a través de la historia de la península Ibérica, y a su amistad, por supuesto, una joya que supera las increíbles huellas del pasado español.


Carmen Karin Aldrey, © 2002
C K Aldrey, vista parcial de Baelo Claudia, Andalucía, España


Baelo Claudia



Baelo Claudia está ubicada en el Estrecho de Gibraltar, Andalucía, España, y fue fundada en el siglo II AC. Le fue concedida por el Emperador Claudio el rango de municipio de Roma y alcanzó su máxima prosperidad en el siglo I AC. Su población se dedicaba a la producción de pescado y garum, una salsa que fue delicia de los paladares de la época.Sus cánones urbanísticos son exactamente fieles a las ciudades de Roma, y en España se le considera como la más completa, pues posee todos los detalles urbanos de los asentamientos romanos: El Foro, templos, mercados, necrópolis, santuario, termas, teatro, basílica, factorías, etc.
Si bien ciudades como Itálica, (Sevilla), o Mérida (Extremadura), son más esplendorosas, lo cierto es que esta pequeña localidad, rodeada por dos kilómetros de periferia y con una vista alucinante de cara al Atlántico, conserva su estructura y esa magia única que se conjuga con el paisaje y sus milenarias piedras esparcidas por doquier.Uno de sus vigilantes, Francisco Javier, nos explicaba la importancia de la preservación de este antiguo enclave, y nos informaba sobre los riesgos que a veces la inconciencia de algunas personas implica:-"Si cada visitante que llega se fuera a llevar una piedrecita, como a veces sucede, llegaría el día en que esta ciudad desaparecería, de ahí que nuestro trabajo sea tan importante... Otra cosa es que aquí se ha tratado de mantener la vegetación original, y la Junta de Andalucía ha proclamado esta área como patrimonio nacional, de modo que el turismo no interfiera con la armonía del medioambiente, de hecho en esta área no se permite construir edificios como hoteles o grandes complejos turísticos."Una de las cosas que nos sorprendió es el amor conque estos trabajadores cuidan este espacio vital. Frente a las ruinas, la inmensa, transparente y maravillosa playa de arenas blancas y finas, Bolonia, deleita al visitante y los remonta a una época de grandes civilizaciones e intensa comunicación cultural. A pocas millas náuticas de las costas de África, las cuales se pueden ver en la lejanía, Baelo Claudia fue en un tiempo el centro de tráfico comercial más importante con el continente vecino, y por aquí llegaron miles de mercaderes y aventureros que enriquecieron con sus diferentes atavíos y costumbres los aires de progreso y diversificación humana.En esta zona la calidad de vida es alta y muy sana, tal y como lo fue en los tiempos antiguos. Por la cellecitas y paseos de Baelo, mirando al mar bajo la luz diáfana del mediodía, nos preguntábamos cómo era posible que tanta grandiosidad de la que es capaz el hombre, puede ser opacada por las a veces irracionales propuestas violentas que destruyen lo creado con tanto esfuerzo y amor.
Aunque no es el caso de Baelo Claudia. Su decadencia, según los especialistas en el tema, se inició en la segunda mitad del siglo II, cuando un terremoto asoló la región. Después de una leve recuperación en el siglo III, vuelve a caer y ya para el siglo VII llega su total declive, con lo cual la ciudad es abandonada definitivamente.

Carmen Karin Aldrey © 2003

4/15/07

Tribulaciones de un italiano en Cuba


(De lo que tomando un café hablan dos ¿cordiales ene-amigos?)


Un turista, uno de los tantos que visita Cuba con frecuencia. Es italiano, cincuentón, locuaz, apasionado, aventurero e inteligente, el típico señor meridional que por su carácter posee un cierto magnetismo desenfadado y juvenil. Las dictaduras lo enervan, aunque pasa de considerarlas un impedimento cuando decide transgredir fronteras en busca de soñados paraísos. Y a él me lo encuentro, después de varios meses sin verlo, sentado en un café marbellí degustando pistachos, atado a la melancolía de un amor que dejó medio disuelto entre lágrimas de ojos leopardinos, allá en la provincia de Oriente.


-Le queda poco a ese sistema, en veinte años que estoy visitando la isla, esta fue la primera vez que sentí un ambiente extraño... se respira en el aire el final...-me dice con la mirada perdida.


-¿Qué me cuentas de la gente, cómo ves la situación en general?


-Bueno, para empezar te diré que la aparente tolerancia de hace dos o tres años atrás ya no existe, o sea, de nuevo la represión está tomando unas características impredecibles... En este viaje noté más corrupción, y te hablo del gobierno, de la policía... se habla de "la mordida" en México, pero en Cuba es a la enésima potencia... las jineteras, o prostitutas, son bestialmente chantajeadas y maltratadas, la droga y el alcoholismo superan todos los niveles, los niños en las calles no te dejan ni caminar pidiendo limosnas o lo que sea a los turistas, pero la gente ya no tiene miedo, protesta, se enfrenta a las autoridades...


-¿Tuviste algún percance desagradable?


-Dirás tú cual no tuve... pues sí, varios, uno de ellos en el aeropuerto cuando ya me iba, me hicieron abrir las maletas pues suponían que había comprado una caja de puros en el mercado negro, y yo les dije, más bien les grité, que si el gobierno se preocupara de darle comida a su pueblo, no tendría que recurrir a ese mercado ilegal, y que si lo hacía, era por hambre, por necesidad... también les dije que con ese tratamiento a los turistas, lo que estaban haciendo era espantarlos y quitarles las ganas de regresar... En un hotel en donde paré con una amiga cubana camino a Santiago de Cuba, que no era jinetera ni mucho menos, sólo una gran amiga que conocí en Italia hace unos años, la trataron como si fuera una cualquiera, y no la dejaron hospedarse conmigo... la verdad es que este tipo de cosas nunca las he visto en ninguna parte del mundo, me alucina que por el hecho de ser extranjero no pueda hacer amistad con una persona del país... existe una segregación tan denigrante como la que existía en Sudáfrica... la policía es verdaderamente grotesca y mal educada...


-¿Y a pesar de esas condiciones existentes, te sigues animando a visitar Cuba?


-Es muy fácil de explicar... tengo allí grandes amigos, y a mi futura esposa, que me necesitan y nada tienen que ver con la política del país...


-¿Estando allí no te enteraste de las detenciones a los disidentes?


-Sabes, hace años cuando pasaban este tipo de cosas, la gente ni se enteraba, y si salía a la luz pública, era con la versión oficialista, lo convertían en un show propagandístico... ahora, al irse replegando el miedo, la gente habla, se entera por los vecinos, los amigos, y no se creen esos montajes que hace el gobierno, ya nadie cree en el mito de los "agentes imperialistas", ahora saben que son disidentes, incluso se lo dije a mi novia, que si no tenía miedo que nos pillaran juntos, y ella me contestó que poco le importaba, que ella era una disidente por naturaleza, así que al parecer, esa es una palabra muy en boga en el léxico actual cubano... y por supuesto, estoy muy enterado de los encausamientos...


-¿Qué opinas de esto? ¿De los fusilamientos a los tres jóvenes?


-Pienso que es terrible, algo que no concibo... ¿cómo es posible que se envíe a la cárcel a la gente por su manera de pensar, que se fusilen por tratar de emigrar? La verdad es que cuando supe la noticia por los periódicos me quedé estupefacto... sabes, yo soy de una generación de europeos que en un momento determinado admiró la revolución cubana... para mi Fidel era un símbolo de libertad y justicia, y cuan perdido me sentí al comprobar que había sido una gran mentira... lo peor de las ilusiones ideológicas es cuando descubres hasta que punto has sido timado...


-Me cuesta entender que hayas tardado tanto en asimilarlo... recuerdo claramente como hace unos pocos años atrás me tildabas de "facha" por ser exiliada cubana...


-Bueno, reconozco que la izquierda moderada con la que simpatizaba, ha cambiado su posición frente al caso Cuba... para nosotros la educación, la salud, la cultura, eran temas resueltos por la revolución, algo que hoy por hoy sabemos no existe como lo imaginábamos... muy por el contrario, cada vez es peor... por ejemplo, para mi el turismo de salud es una falta de respeto para el pueblo, y la falta de libertades civiles... a veces me remonto a aquellos años de entusiasmo revolucionario y me dan ganas hasta de llorar... ¿por qué creímos en ello?... Imagino porque era una época de cambios en la humanidad, porque éramos jóvenes, porque estábamos hartos de la corrupción política y de los políticos, porque nacían nuevos lenguajes... lo que no sabíamos entonces era que lo "nuevo" era sólo una repetición de la Historia... o si lo sabíamos, pretendíamos ignorarlo... no a propósito, desde luego... tuvo que caer el muro para dejar de justificarlo.


-Y yo sigo siendo "facha" si esto significa estar en contra del castrismo...


-El castrismo, el fascismo, el comunismo, cualquier sistema absolutista... aunque al menos para mi ese concepto de "facha" está muy mal empleado, porque desde luego, en el caso de los exiliados cubanos no aplica en lo absoluto... así que te pido disculpas... "facha" es fascista, de fascismo, que fue un régimen implantado por Mussolini en 1922 en mi país, una dictadura nacionalista y totalitaria... más bien se puede aplicar al gobierno de Castro por sus características semejantes...


-Regresando a tu viaje... ¿cuánto cuesta el alquiler de un coche en La Habana, o por ejemplo, la entrada a un museo?


-Horrible... me costó $ 90.00 al día el alquiler de un coche pequeño, que en España hubiera sido máximo unos 29 ... me resultó curioso, porque cobran el tanque de gasolina, y te dicen que tienes que devolverlo vacío pues lo has pagado, así que si no lo consumes todo, pues prácticamente se quedan con el importe... acá te dan el tanque lleno, que está incluido en el alquiler, y lo tienes que devolver lleno... En el Museo Nacional pagué $ 10.00 por la entrada, a los cubanos les cobran 4 pesos nacionales, eso me pareció fatal, porque quiere decir que nos cobran muy por encima que a los cubanos, y además, $10.00 es caro para un Museo, en Estados Unidos pagué máximo $ 5.00, y en España también es más barato como sabrás, de $ 3.00 a $5.00... Lo mismo en las discotecas o restaurantes, todo carísimo, por eso gran parte del turismo que solía viajar allí se ha desviado a otras partes del Caribe, aparte de eso, cada vez más hay menos seguridad, y existe el temor de ser molestado por la policía por cualquier motivo insignificante... tengo una amiga de Cádiz que parece cubana físicamente, y en una discoteca se la llevaron detenida pensando que era una cubana que estaba ligándose a un extranjero... el "extranjero" en cuestión era su marido...


-Dime una cosa, Luigi... ¿si tuvieras que vivir nuevamente aquellos años de espejismos... te verías justamente en el mismo sitio? ¿O crees que pensarías y actuarías de diferente manera?


-No puedo contestar a esa pregunta... sería jugar a Houdini... pero te puedo asegurar algo: no cometería el error de llamarte "facha".


C. K. Aldrey
Marbella, 2003 (c)




Nora,
a los 18 años

NORA, MI MADRE

Nora, mi madre, era maestra y escribía cuentos infantiles, y este es el único que ha sobrevivido en el tiempo: su muerte, la distancia y las tragedias históricas, impidieron la conservación de su producción literaria, e incluso de las pinturas costumbristas que solía hacer en sus buenos tiempos de creadora polifacética (literalmente) porque también cantaba, hacía teatro y tocaba el piano. Yo pienso que merece un homenaje, no por ser mi madre, sino por lo que hizo en el silencio de aquél comedor del Vedado, tan lleno de libros y noches tranquilas, muchas de ellas bajo la escasa luz del quinqué impuesto por la fatalidad de vivir en un régimen de austeridad económica e irracionalidad política, como el que impera en Cuba.
El siguiente cuento ella me lo envió a California, hace más de dos décadas, y conmigo ha viajado siempre, doblado en cuatro en mi mochila como el mejor, y el mayor, de los tesoros. De ella me queda sólo el recuerdo, único y hermoso, unas pocas fotografías y este cuento, que hoy comparto con ustedes.

De cómo un duende salvó a su pueblo



Se llamaba Nork y tenía unas orejas tan grandes como las de un elefante, por eso todos le llamaban "el duende que todo lo oye". Algunos se reían de él, pero a Nork apenas le importaba, más bien se hacía como que no los escuchaba y se concentraba en sus labores de cada día con el esmero y la dedicación que lo caracterizaba.

A Nork le gustaba mucho salir en las mañanas y pasear por los caminitos del bosque para buscar raíces, hojas, frutos, flores y cuanta cosa le pudiera servir para confeccionar ungüentos y bebidas milagrosas para curar, así que los miembros de la comunidad siempre recurrían a él cuando estaban enfermos, pues Nork sabía más que nadie de medicina y se conocía todos los secretos de la hermosa fauna que los rodeaba. Gracias a esto los mayores le respetaban y le tenían mucha admiración, pero a los gnomos, que vivían dentro de la Tierra para guardar sus riquezas, les daba envidia que Nork supiera tanto como ellos y cada vez que podían, lo acosaban con burlas y travesuras.

Un día, mientras Nork se encontraba al lado del río recogiendo flores de Loto, sus poderosas orejas escucharon un bramar extraño que venía del océano. Preocupado por esto, se dirigió a la desembocadura para descubrir de qué se trataba. Cuando llegó allí, vio que el mar se movía con violencia y que de entre las gigantescas olas se asomaba una cabeza enorme llena de escamas brillantes y con una boca por la que soltaba fuego y lava, al igual que un volcán. Entonces, recordando la leyenda que sus abuelos le habían contado sobre el Monstruo de las Aguas que aparecía cada mil años, se dio cuenta de que esa leyenda era cierta, de modo que salió corriendo para avisar a los demás y así salvarles del inminente peligro.

Cuando Nork iba en dirección de la aldea, se acordó de que los gnomos también se hallaban expuestos a la furia del monstruo, por lo que decidió llamarles y advertirles de que se unieran a él para buscar un lugar seguro en donde cobijarse. Los gnomos, siempre dispuestos a mortificar a Nork, no le hicieron caso y lo expulsaron de sus dominios con chiflidos y risas, y a Nork no le quedó más remedio que seguir su camino para avisar a los demás pues le quedaba poco tiempo para llegar allá y el enfurecido monstruo ya se encontraba próximo a ellos.

Cuando por fin llegó a la aldea, logró reunir a todos llamándoles a gritos, y se fueron a esconder al Reino de Ahzir, que estaba en las nubes y al cual había que llegar a través de una cuerda mágica que su soberano Rey, amigo de Nork, siempre tenía colgando sobre la aldea para que éste lo visitara cada vez que quisiera.

Y es así como Nork salvó a su pueblo. Los gnomos sobrevivientes, escarmentados por la lección de nobleza y valentía de Nork, nunca más se atrevieron a burlarse de él y a partir de ese día siempre lo ayudaron en la recolección de las plantas medicinales.

En su honor se hicieron fiestas que duraron hasta la Primavera, y lo condecoraron con la Orden de los Duendes Ilustres. A partir de ese glorioso día, todos lo recordarían con orgullo como "Nork, el duende que todo lo oye".


Nora de la Caridad Martínez de la Junquera y Hernández
1ro de Abril, 1926-1985

(Todos los Derechos Reservados ©1980)

Meditación frente al Océano Pacífico


Los puertos. Las velas de barcos inalcanzables. Las luces pestañeantes de horizontes acariciados por atardeceres. La imaginación haciendo de las suyas en la batalla de regresos cuando las orillas no son ni siquiera distancias, sino vastas alfombras de melancolía apelmazadas por las memorias.

-“Estoy aquí” -dice una voz perdida en la subconciencia.

Entonces empiezan a llegar en bandadas los solfeos de mi barrio, la cara de Doña Basisa asomada a la ventana de mi niñez, los arpegios de melodías que alguna que otra vez picotean de lejos las migajas de la neurosis nacional.

Me digo que soy de ese pueblito de la Bahía de Nipe en donde ya no crecen los cañaverales, alabándome por permanecer íntegra en esa madeja de telarañas que fue ungida por el terror de adolescencia manipulada. Y me agarro a la tabla de una libertad de expresión que para algo servirá, al menos, frente a este mar que de alguna manera se conecta con El Caribe a través del Canal de Panamá.

-“Estoy aquííííí!” -grita la voz mientras es salpicada por las olas.

Isla mía, no es tu culpa el haber sido la llave por más de cinco siglos. Los hombres te vistieron de andaluza, adornaron tu cuello de lagarto con cuentas africanas cuando Atabey todavía no era una leyenda, te hicieron danzar al ritmo de gaitas, maracas y trompetillas chinas. Te hicieron diferente, hermosa como las diosas que no se pueden describir sin perder el aliento entre palabra y palabra. Naciste, renaciste, volviste a nacer y a renacer. Crecí entre tus faldas de madre soberana cuando los tiempos dejaron de ser azules y el cundeamor de tus balcones dejó de pertenecer a las aves migratorias. Y nadie me lo dijo, ni siquiera los espectros de los mártires, ni siquiera tus catedrales coloniales, tus estatuas de divinidades olímpicas o tus adoquines sitiados por las ruinas. Lo supe yo sola, al abrir mis ojos por primera vez, que tú estabas ante mí, alumbrando caminos que luego se esparcieron por el mundo.

-“Estoy aquí”-me dice la voz otra vez, enconada por las nubes moradas del Pacífico.

Yo agarro la arena que no es tibia, la estrujo pensando en Guarda la Barca y analizo lo triste del no saber a ciencia cierta si algún pescador tuvo que ver con el destino de su nombre.

Los caracoles chocan unos con otros, hacen el ruidito monótono de la creación. Y recuerdo todas aquellas cosas de los paisajes perdidos, los álamos y las uvas caletas, las palmas reales y los manglares, el océano sin límites bañado por desembocaduras y plenilunios, todo como secuencias de una realidad que alguna vez fue mi entorno.

Cuando el sol desaparece del horizonte con su manto de neblina, la voz y yo regresamos sin hablar a la ciudad invadida por las sombras. Y tú, Isla enhiesta sobre el mar de octubre, tierra silenciosa y locuaz de mis memorias, hablas por las dos.


C. K. Aldrey (c) 2004

Tesoros del Amazonas



Generalmente cuando oímos hablar del Amazonas, lo primero que se nos viene a la mente es su río del mismo nombre, o las grandes extensiones de selva virgen que le hacen merecer el seudónimo de "pulmón del planeta".

Pero en realidad, aparte de toda esa hermosura geográfica, El Amazonas también significa un centro de riqueza cultural que tiene su asiento en las diversas comunidades autóctonas. Así vemos que el llamado Arte Popular o Folklórico, tiene todo un espectrum de colorido y diversidad inigualable, creado no por una élite determinada, sino por todos los miembros de las propias comunidades. El Arte, parte de la subsistencia cotidiana, pasea abiertamente y de forma espontánea de generación a generación y entre todos los aspectos diarios de la vida: máscaras a dioses con elementos de la naturaleza -plumas, colmillos de animales, ramas, pieles, etc-, máscaras y utensilios decorados para bodas, ceremonias religiosas, eventos especiales; coronas, collares, tobilleras y manillas de plumas de pájaros, nácar o piedras preciosas; tejidos de fibras y algodón; tallas de madera, objetos de cerámica, en fin, una increíble colección de inapreciable valor.

Antes de la llegada de los europeos a la zona, ésta contaba con aproximadamente tres millones y medio de habitantes... pero hoy, debido a la explotación irracional de los recursos naturales, la pobreza, las enfermedades y otros males sin control, ha mermado notablemente la población autóctona y se considera que sólo existen alrededor de unos doscientos mil individuos.

En informe de Arts of the Amazon, editado por Barbara Braun, se explica cómo los Yanomamos fueron brutalmente atacados por la nueva avalancha de inversores pues se había descubierto uno de los más ricos depósitos de oro y diamantes del mundo. Esto trajo como consecuencia el desplazo de los aborígenes, la contaminación de las aguas por el mercurio, la introducción de la malaria y el asesinato de familias enteras en los asedios y desalojos.

A través de un esfuerzo por recuperar parte de lo ya perdido y salvar al Amazonas del creciente desastre, los científicos y organizaciones ecologistas han expuesto en todas las tribunas la necesidad de respetar El Amazonas y considerarlo como un santuario... y advierten que "la muerte del Amazonas, no es sólo la muerte de varias culturas amazónicas, sino también la aceleración de la muerte de la tierra misma".

Subestimar toda la potencialidad creativa de estos pueblos, lo necesario de la existencia de este alucinante templo sagrado, es no tener un mínimo respeto por lo que Dios creó para nuestro beneficio. Según Adam Mekler, autor del prefacio de Artes del Amazonas, "los Kayapó, tribu del norte de Brazil, cultivan docenas de plantas que crecen armoniosamente, domestican animales, clasifican insectos, emplean métodos naturales contra las plagas y practican la medicina naturalista con excelentes resultados." Esto indica la capacidad de estos pueblos de convivir armoniosamente con su medio, de establecer una forma balanceada de interacción con el medio que hace mover el ecosistema a un nivel de estabilidad indiscutible. Por eso es reprochable no apoyar la integridad de ese regalo ofrecido quizás sin merecerlo, pues aún la lucha por mantenerlo íntegro no ha sido suficiente.

Ahora sólo me queda recomendarles este precioso libro de Barbara Braun, Arts of the Amazon, que posee una amplia explicación del tema y 192 ilustraciones, 148 de ellas a color. Si no lo adquiere para usted, es recomendable para su biblioteca particular que de seguro heredarán los que quizá nunca tendrán la oportunidad de ver en el Mapamundi el nombre del Amazonas. Al menos, podrán imaginarse dentro de sus odiosas escafandras cuando todavía en la tierra se respiraba frente a un hermoso atardecer.


C. K. Aldrey (c) 1999

Para ver video del Amazonas, con excelente música: